martes, 26 de julio de 2016

Capítulo 3.


Blair

Ese día Jake la acompañó a casa. Simplemente se había acercado a ella a la salida, y había empezado a andar a su lado.
Blair llevaba mucho tiempo sin tener una conversación de más de diez minutos con alguien que no fuese ella misma, y el momento se le hizo bastante incómodo, pero lo soportó solamente para poder ver el gesto de rabia con el que les miraban Anna y sus amigas cuando el autobús pasó de largo a su lado.
El chico llevaba unos pantalones vaqueros caídos, y una chaqueta con la que no paraba de jugar, subiendo y bajando la cremallera. 
-Para -murmuró Blair, entre dientes.- Me estás poniendo nerviosa, deja la chaqueta.
Jake sonrió y dejó que los brazos le colgasen a los lados. 
-Es que es incómodo para mi caminar sin hacer nada.
Blair frunció el ceño.
-¿Sin hacer nada? ¿No te parece suficiente caminar?
Jake sonrió.
No dijeron nada durante unos segundos. Y la verdad es que ella no estaba incómoda, le gustaba el silencio, el aire frío de esa tarde y también, en el fondo, le gustaba caminar.
Barajó la posibilidad de ponerse los cascos, pero seguramente habría sido una falta de respeto hacia el chico pelirrojo.
Tenía muchas pecas, y no habría sabido decir de qué colo eran sus ojos, pero algo entre verde y azul. Y el pelo rojo, oscuro. Y la piel tan pálida que se le marcaban las venas del cuello.
-Esta mañana he ido a una librería. -dijo de pronto el chico.
Blair apartó la mirada de él y suspiró. El chico no volvió a hablar, por lo que dedujo que era su turno.
-Qué interesante.
Jake se rió.
-Pensaba que eras más simpática. -comentó, entrecerrando los ojos- Lo parecías, al menos.
Ella se acomodó la bandolera al hombro y no cambió su expresión.
-Me han hablado de ti. Las chicas. -dijo él. Y ella intentó hacer como si no le importase.- Me han dicho que no debería hablar contigo y esas cosas.
-¿Y por qué me lo cuentas a mi? -le preguntó ella, aparentemente indiferente.
-Porque creo que nadie mejor que tú podría explicarme por qué dicen eso.
Anduvieron un momento más, en silencio. Blair no pensaba contestar y él no volvió a hablar. 
Le miró. Parecía estúpido. Seguramente podría confiar en él. Iba a hablarle.
Iba a hablarle, pensaba decírselo, y justo entonces sonó su móvil. Era su madre.
Blair miró la pantalla unos segundos y después lo cogió. No dijo nada y musitó un ''sí'' casi inaudible.
Y le dijo a Jake que se tenía que marchar en dirección contraria.


Jake

Entró en casa pensando en que la había cagado. ¿Y si esa llamada de teléfono la había fingido para irse de allí y no tener que hablar con él?
Igual esas chicas se metían con Blair y él le estaba preguntando por ellas así, descaradamente.
Lo único que sabía era que Blair no tenía pintas de ser lo que Anna le había dicho. Tampoco sabía qué quería decir exactamente eso. Y la verdad es que estaba obsesionado desde el principio en hacerse su amigo, primero porque eran vecinos, la había visto salir por las mañanas del edificio de enfrente y podrían verse y hablar fuera del instituto.
Y segundo, porque había notado que era la única persona medianamente accesible de todos sus compañeros, sin barajar la posibilidad de hablar con esas dos chicas que habían ido a hablarle el primer día, a la salida. Se había fijado en que siempre estaban en un grupo con mucha gente, montando alboroto en la parte de atrás de las clases.
Y a él siempre le había ido más la tranquilidad.




Habían pasado las semanas y Blair no había vuelto al instituto desde aquel día.
Al estar a principios de curso, todos pensaban que simplemente había abandonado los estudios, ya que nunca había rendido en el instituto, -aunque a otros les pasara lo mismo y siguiesen yendo... a hacer de todo menos estudiar-.
Aún así, pese a que sus compañeros habían estado esas semanas comentando y riéndose de Blair más que nunca, diciendo cosas que Jake simplemente no entendía, nadie reparó en ella cuando entró por la puerta ese jueves a primera hora.
Tenían clase de psicología, lo que significaba que debían sentarse juntos en una esquina al lado de la ventana, pero Blair se sentó en la primera fila, donde había solo una chica a la que nadie nunca hacía caso.
La chica le sonrió y apartó sus cosas para que Blair estuviese más cómoda. Ella ni siquiera la miró. 
Y la clase transcurrió normal, como si nada, nadie mencionó nada sobre la aparición de Blair, y cuando acabó la clase y él quiso acercarse a ella, Blair ya se había marchado.

Después de clases, y de haber buscado a Blair en la biblioteca y la cafetería, Jake reparó en que igual ella no quería que la encontrasen. Y seguramente tampoco quería que le preguntasen nada acerca de sus faltas, y mucho menos él, que la había cagado en su última conversación con ella... por lo que decidió dejarla en paz hasta que la viese más accesible, o, al menos, se la encontrase por casualidad.

Se dirigió a la librería donde había dejado su tabla de skate, a la cual había ido casi todos los días desde que la había visitado por primera vez, pero nunca se la encontraba abierta. Igual abrían solamente por las mañanas, pero de todas maneras no tenía nada que hacer, y así se daba un paseo.
Iba enfrascado en sus pensamientos cuando de pronto vio la oscura y llamativa silueta de Blair doblar la esquina, a dos metros de él, y dirigirse hacia el centro. Se escondió lo más rápido que pudo detrás de una cabina, chocándose con una mujer y sintiéndose estúpido. 
Esperó un momento más, ahí, detrás de la cabina amarillenta, y observó cómo ella se dirigía exactamente por el mismo camino que debía tomar Jake si quería ir a la librería. No quería seguirla, pero se lo estaba poniendo difícil...
¿Qué hacía Blair por ahí? Su casa estaba en dirección contraria, y ella siempre era la primera en salir del instituto y huir hacia su hogar. Nunca perdía el tiempo ni se quedaba hablando con nadie, siempre se marchaba corriendo. Y eso hizo que Jake pensase que tenía algo importante que hacer, y sin hacer caso a su sentido común, decidió seguirla.